miércoles, 29 de febrero de 2012

La otra orilla













En Montevideo todos los días huelen a domingo.
La gente no tiene miedo de mirarse a los ojos.
La ciudad abre los brazos a su camaleónico río.
El río abre los brazos al océano, inmenso.
Montevideo tiene alma de pueblo.
Sí, los porteños tienen razón: Montevideo es menos.
Menos histérica
Menos caprichosa
Menos bulímica
Menos egocéntrica
Menos frívola
El día en que me canse de mis mil amantes de nombre Buenos Aires, reaprenderé a caminar despacio y pediré tu mano, Montevideo.

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