viernes, 29 de abril de 2011

Ampliaciones inesperadas de la familia

De pronto, a los 33, tengo una hermana. Lo mejor y más curioso de todo es que la diferencia de edad es prácticamente inapreciable.

jueves, 28 de abril de 2011

Baires

A las dos de la tarde oigo parte de una conversación en la que una rubia afirma haberse gastado 1.400 pesos (237 euros) en unos zapatos. Sigo mi camino, pensativa.
Doce horas después, en la misma vereda, una niña de unos 13 años trata de atracarme con una navaja. La ignoro y continuo mi camino.
Al medio día, dentro de la estación de ferrocarriles, decenas de manifestantes agitan unas pancartas en las que no reivindican más que su nombre.
Por la tarde un grupo de personas corta una avenida principal ondeando banderas de Cadbury.

Un hombre, para evitar los embotellamientos producidos por los piquetes, llega en parapente a Puerto Madero.

Nadie parece sorprenderse. Por mi parte, yo no entiendo nada.

Érase una vez un hostal

Érase una vez un hostal en el que…
el vodka se comía a cucharadas
los gatos soñaban con ser ángeles
todas las noches eran las de un viernes
todos los retratos eran un autorretrato
las tendencias sexuales eran contagiosas
los bombones valían un peso y los besos, 30 bombones
los estudiantes trataban de volar con un paraguas en la azotea
las chicas jugaban a la ambigüedad sin ningún convencimiento
los cuartos de estudio se transformaban en colonias extranjeras
ciertos sueños navegaban a metro y medio por encima del suelo
las plantas crecían más hermosas entre colillas y pilas que en la tierra
la convivencia entre las parejas llegaba antes que el amor, incluso que el deseo
el deseo de una nueva vida trataba hacerse paso a empujones entre el recuerdo y la nostalgia
el sonido de guitarras, armónicas y acordeones se mezclaba con los chorretes de grasa en la cocina
los chilenos decían “re largo”, los mejicanos “polola” y la palabra preferida de los colombianos era“quilombo” (y, aún así, todos colgaban sus banderas)
las Cindys (hartas de vivir sin dinero y sin dignidad) pasaban a llamarse Penélope y estas – aburridas de las bromas con su diminutivo- cambiaban su nombre por el de Ofelia

Érase una vez un hostal en el que…
la vida transcurría como una telenovela y, lo puedo atestiguar, no era pura coincidencia.

Sobre el vértigo II

Hace un tiempo que el vitriolo hizo su efecto, mi memoria ya casi es una tábula rasa. Comienzan a difuminarse las caras –hasta las más observadas-, a olvidarse los nombres –hasta los más repetidos-, a borrarse el pasado –alguien me prohibió mentarlo-, a evaporarse toda nostalgia –hasta de los más queridos-. Ya vuelo sin jaula. Vuelvo a sentir vértigo, pero ahora el que produce las ganas de tirarse, no el miedo.

Santa sangre

martes, 19 de abril de 2011

Sobre búsquedas matutinas estériles

Hoy te he vuelto a soñar. Cuando sonó el despertador, todavía borracha de sueño, comencé a buscarte entre todos los pliegues de las sábanas, uno por uno, no fuera que te hubieras colado entre uno de ellos de tan flaco que eres. Pero, para mi decepción, ya no estabas. O puede ser que todavía no hubieras llegado. Aunque, en realidad, nunca has estado aquí, en mi inestable cama de metal a metro y medio del suelo. Sólo se pasea por aquí frecuentemente tu recuerdo (pasado o futuro) aguijoneando mi estómago sin ningún tipo de piedad.