martes, 15 de marzo de 2011

Las enroscadas historias del payaso Durazno - Gustavo Sidlin (II)

Asoman sus miradas por sobre tu hombro.
¿Qué leeés, qué escribís, qué pensás?
¿Pensás?
¿Cómo podés atreverte?
Están queriendo podar tus ideas, violar tu inocencia, reglamentar tus juegos, clasificar tus deseos, sacar de vos eso que te hace sentir vos y sólo vos, lo que te diferencia de todo y de todos para ponerte en cambio la máscara de la muerte; enumerarte, uniformarte, legalizarte, registrarte, sojuzgarte, engrisarte... mientras ellos toman té.
(...)
Un monstruo bicéfalo que con una voz habla de libertad y con la otra de terror; con una cabeza te asusta y con otra te protege; su plan es tenerte confundido, mareado de engaño, paranoicoandroide, soldado, peón, carne de cañón.

Las enroscadas historias del payaso Durazno - Gustavo Sidlin

La enrevesada historia del payaso Durazno - Gustavo Sidlin

Tengo la habilidad de hacer reales mis peores pesadillas.
Soy mi peor enemigo queriendo ser tu mejor amigo.
El último en llegar y el primeroen irse.
Un indigente rodeado de riqueza.
Un refugiado de su propia guerra
construyendo trincheras de vicios.
Los despertadores me producen bostezos.
Siempre salpico fuera cuando meo.
No me queda más semen para regalarle a mi almohada pornostar.
Sueño con tener mejores sueños.
Me gasto los tres deseos en pedir la misma cosa.
(...)
Cuando recuerdo los teléfonos olvido los nombres (y viceversa)
Pago tres pesos por estar dos horas leyendo mails que anuncian eventos a los que nunca asisto porque no puedo pagar la entrada.
Todos los días me arrepiento de todas las cosas que nunca hice.
(...)
Alguien que olvidó lo que estaba esperando.  

La enrevesada historia del payaso Durazno - Gustavo Sidlin

Las piernas de Orlando

INCAA Kilómetro 0

jueves, 3 de marzo de 2011

Gracias

Gracias, Geli,  por transmitir esa luz.
Gracias,  Alberto, por contagiarme tanta energía
(a los dos por estar siempre ahí, justo cuando más lo necesité)
Gracias, Mon, por todos los helados de dulce de leche y botellas de sidra que hemos vaciado juntas.
Gracias, Ana, por reaparecer tan fácilmente, sin reproches, ni tan siquiera preguntas
Gracias, Caro, por haberte ido y dejar que te siga
Gracias, Bea, por nuestros fugaces encuentros llenos de risa
Gracias, Jabi (con B), por tantas conversaciones interminables, por estos últimos días.
Gracias, Josele, por tu amistad, tu deseo y tu cariño incombustibles.
Gracias, Emilio, por haber despertado tu interés un día que no me interesaba ni a mí misma.
Gracias, Luis, por compartir tu claustrofobia hacia este lugar conmigo.
Gracias, Adama, por tu paciencia infinita.
Gracias, Iván, por devolverme la risa justo a tiempo.
Gracias, Polaquito, por tu transparencia, por esa vena tan azul.
Gracias, Simón, por abrirme los ojos sin darte cuenta.
Gracias, María, por tu confianza, por Mateo.
Gracias, Álvaro, por salvarme en Nochebuena, por ser tan poco García.
Gracias, Pepe, por ser mi acicate y rescatar mi ego de allá abajo, algunos días.
Gracias, Nena, por entender todo de esa forma tan sencilla.
Gracias, mamá, por los vermuts de los domingos, por invadir de vez en cuando mi soledad con tus trastos, tus trapos y tus tuppers, por todo en realidad…
Gracias a todos estos últimos cuatro meses, que ahora puedo ver como unas extrañas y largas vacaciones, como una regresión a 10 años atrás en parte necesaria. Creo que he curado la nostalgia hacia mi tierra para una buena temporada, aunque desde luego no de la mayoría de vosotros.