miércoles, 2 de febrero de 2011

Juegos de la edad tardía

Podemos seguir fingiendo. Puedo continuar engañándome a mí misma diciéndome que ya no escribo para ti. Por tu parte, tú puedes seguir intentando ocultar que ya no me lees porque me he acabado de borrar de tu recuerdo, porque te es indiferente todo lo mío. Sin embargo, tanto tú como yo sabemos bien que no es así. Todo esto no deja de ser un juego, un juego pueril, algo divertido también, pero dañino, sin lugar a dudas.
Ya no te nombro, te has difuminado en mi historia, ya no pienso en ti, sólo te sueño, cada noche, siempre en pesadillas. Qué lástima.
 Yo intento “quitarme” de esta costumbre de escribir para  ti, pero necesito que dejes de leerme, por el bien de los dos.

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